Este artículo de opinión fue escrito por José Clastornik, Director Ejecutivo de AGESIC, la agencia de gobierno electrónico y sociedad de la información de Uruguay.

Los procesos de transformación digital dentro de las administraciones públicas son importantes, pero no es el único escenario que debemos considerar, ya que nuestro objetivo es digitalizar el gobierno.

Para cumplir con la transformación digital, también debemos mostrar los beneficios directos y concretos para los ciudadanos, de una manera que se base en la inclusión y la equidad.

Asegurar que todos tengan acceso a la información del gobierno y los servicios digitales públicos es fundamental para el crecimiento y la adopción del gobierno digital, y debe ser una prioridad para el desarrollo de cada país.

Pero no solo se trata de garantizar que las personas tengan acceso a Internet.

El desarrollo de habilidades básicas de alfabetización digital entre los ciudadanos también es fundamental: sin estas habilidades básicas, incluso los logros más ambiciosos del gobierno digital se quedarán cortos.

Estas habilidades de alfabetización digital se pueden definir como las competencias que permiten a los ciudadanos reflexionar críticamente sobre la información que reciben, comprender el impacto social y económico de la tecnología, al tiempo que se respetan las leyes, el conocimiento y se defienden los derechos de todas las personas en un entorno digital. .

También se necesitarán habilidades más específicas para construir el futuro. Es importante planificar y preparar a las próximas generaciones para que sean las que entreguen la próxima versión del gobierno digital.

¿Qué es la ciudadanía digital?

Según la Unesco, “La ciudadanía digital es un conjunto de habilidades que les permite a los ciudadanos acceder, recuperar, comprender, evaluar y usar, crear y compartir información y medios en todos los formatos, utilizando varias herramientas, de manera crítica, ética y forma efectiva de participar y participar en actividades personales, profesionales y sociales «.

En esta definición, la transformación digital también es una cuestión de desarrollar ciudadanos digitales, preparar a las personas con habilidades que les permitan:

  • Aproveche el potencial de las nuevas tecnologías y confíe en un entorno digital.
  • Poder conectarse con el gobierno en línea y hacer uso de los servicios digitales.
  • Conozca los derechos asociados con el entorno digital, como el acceso a la información pública y los derechos de protección de datos personales.
  • Administre los riesgos asociados con el entorno digital, enfréntelos a través del comportamiento preventivo y sepa a dónde ir si surgen problemas.
  • Desarrolle un pensamiento crítico, incluida la capacidad de discriminar entre contenido verdadero y falso.
  • Comprender la lógica de los intereses comerciales y las implicaciones detrás del uso de nuevas tecnologías.

En resumen, la ciudadanía digital está relacionada con la capacidad de utilizar la tecnología y los medios digitales de una manera segura, responsable, crítica y efectiva, contribuyendo al ejercicio de una cultura democrática y republicana.

Educar para la transformación digital.

La investigación ha demostrado que la forma en que las personas se comportan en este mundo digital está fuertemente determinada por sus niveles educativos.

El número de años en la escuela influye más que otras variables de análisis clásicas, como la edad y el ingreso. Estas diferencias sugieren que los beneficios de la transformación digital traerán consigo nuevos desafíos. Los nuevos servicios y los derechos digitales demandan cada vez más ciudadanos independientes, autosuficientes e informados, con una amplia capacidad crítica.

Esto significa que la ciudadanía digital ya es una realidad, pero esta ciudadanía está distribuida de manera desigual.

La verdadera transformación digital reconoce la ciudadanía digital como un componente clave necesario para que los ciudadanos ejerzan sus derechos democráticos en el siglo XXI.

Entre los principales desafíos y oportunidades está la necesidad de trabajar en las desigualdades digitales y reducir las disparidades tanto en la forma en que las personas acceden a los servicios en línea como en la forma en que los ciudadanos participan.

Reconociendo la complejidad de este desafío, ya existen varios marcos que ofrecen recomendaciones para los gobiernos en este campo.

Algunos de los mapas de carreteras más completos han sido publicados en informes de la Unesco , la Comisión Europea , el Consejo Europeo y el Instituto DQ , por nombrar algunos. Nuestro desafío es fomentar iniciativas dentro de esos marcos y entregarlas en el contexto de nuestra propia agenda y ecosistema digital.

La vida digital en Uruguay

Durante más de una década, Uruguay ha atravesado un período de desarrollo social en paralelo con una rápida transformación digital.

El país ahora tiene una amplia cobertura de infraestructura de telecomunicaciones, y la mayoría de los hogares están conectados con fibra óptica, con tarifas de conexión a Internet que se encuentran entre las más baratas y rápidas de la región.

Todos los niños en el sistema de educación pública reciben su propia computadora, que está conectada a Internet, y que pueden compartir con sus familias. También tenemos un sistema de identificación digital gratuito, que viene con un chip de firma electrónica.

Estas inversiones ya han tenido un efecto significativo en la desigualdad digital, reduciendo las brechas de acceso entre los grupos de ingresos más altos y más bajos, así como la democratización de los servicios. La Encuesta específica sobre acceso y uso de las TIC ( EUTIC 2016 ) mostró claramente este impacto:

  • En solo 10 años (2006-2016) el acceso a internet en los hogares más pobres aumentó del 1% al 77%
  • El 86% de los ciudadanos ahora usan Internet todos los días
  • El 70% de los usuarios adultos de Internet han interactuado en línea con el gobierno

Todos estos logros estaban supeditados al desarrollo de habilidades básicas de alfabetización digital entre los ciudadanos: sin ellos, estas inversiones no harían la diferencia.

Existen diferentes planes de acción nacionales para niños en edad escolar, sus familias e incluso personas mayores, dentro de un marco ciudadano digital explícito.

Además, hay un nuevo enfoque dirigido a introducir contenido digital, codificación, robótica y nuevas tecnologías en el sistema escolar público y en los planes de estudio que se enseñan a los niños.

Derechos digitales en el siglo XXI.

El desarrollo de la ciudadanía digital requiere esfuerzos del sistema educativo, el sector privado y la comunidad técnica, las ONG y el gobierno.

Los gobiernos deben promover políticas públicas que garanticen el derecho de todas las personas, a pesar de sus antecedentes o ingresos, a acceder a las oportunidades que ofrece la sociedad de la información y el conocimiento, y crear conciencia sobre estas diferentes iniciativas.

Es necesario generar estrategias que permitan a las personas desarrollar habilidades por su cuenta y que puedan usar la tecnología y los medios digitales de manera segura, crítica y responsable. En este contexto, debemos educar a las personas para que desarrollen estas habilidades.

El gobierno debe garantizar que los ciudadanos ya no sean vistos como simples usuarios pasivos, sino que se conviertan en productores y consumidores calificados de información. Algunos de los desafíos más apremiantes se relacionan con:

  • Definir estrategias que estén en línea con la agenda digital del gobierno, identificar brechas digitales y priorizar acciones hacia los grupos más vulnerables de la población.
  • Establecer marcos comunes a nivel nacional sobre ciudadanía digital que nos permitan desarrollar estrategias coordinadas y alineadas con diferentes actores, por ejemplo, ONG, empresas tecnológicas y el sector privado.
  • Incorporación de la ciudadanía digital en la educación formal y no formal a través de la formación de docentes y en el desarrollo continuo de material educativo.
  • Medir y evaluar continuamente el comportamiento de los ciudadanos en relación con el gobierno digital como factor clave para la retroalimentación de la estrategia.

En resumen, la verdadera transformación digital reconoce la ciudadanía digital como un componente clave necesario para que los ciudadanos ejerzan sus derechos democráticos en el siglo XXI.

Trabajar en esos desafíos y avanzar en la agenda de la ciudadanía digital definirá no solo los niveles de adopción del gobierno digital, sino más importante, nuestros niveles reales de inclusión social y democracia. – José Clastornik

(Crédito de la imagen: Unsplash)